jueves, 19 de agosto de 2010

Abuelos, padres e hijos

La abuelita quedó viuda a una edad muy avanzada. La situación se complicó de un día para otro ya que no podía vivir sola ni tampoco había posibilidad de que entrara en un asilo de ancianos. Aunque no era lo que había deseado, su hijo tuvo que llevársela a vivir a su casa, junto a su esposa y su pequeño hijo.

Aunque al principio todo parecía ir bien, la situación empezó a complicarse a la hora de comer. Posiblemente debido a su avanzada edad, la abuelita ya no se comportaba bien en la mesa: empezaba a comer antes que todos estuvieran servidos, ponía los codos sobre la mesa, jugaba con los cubiertos y con la comida, hacía cualquier cantidad de ruidos y lo que era peor, de vez en cuando salpicaba los alimentos a todo su alrededor, llegando incluso a los platos de los demás comensales.

El hijo y la nuera empezaron a preocuparse y a ponerse de muy mal humor cada vez que se sentaban a la mesa, ya que la forma de comportarse de la abuela era desagradable y un pésimo ejemplo para el pequeño de la casa. Un día se les ocurrió la idea de comprar una mesita individual para poner a comer la abuela al final del comedor, en un ángulo que no permitiera que el niño la viera y lo suficientemente alejada para que si salpicaba la comida ésta no llegara hasta los demás comensales. Así solucionaron el problema y se sintieron más calmados.

Pasaron algunos meses y un día, al llegar temprano a la casa, el papá vio a su hijo jugar con unos tacos de madera que apilaba de forma muy ordenada. En eso le preguntó:

- Hola hijo, ¿Qué hacer?

- Una mesita, papá

-¿Y que vas ha hacer con ella?

- No es para mí, es para ti. Se la estoy haciendo para que cuando seas abuelito y vivas en mi casa puedas comer en la sala – contestó el niño con mucho orgullo e inocencia.
Tratemos a las personas mayores de la misma manera en que nos gustaría que nos trataran a nosotros cuando lleguemos a esa edad. Recordemos que todos esperamos llegar a vivir muchos años y esperamos vivir con dignidad.
Los niños no aprenden lo que les dicen, sino lo que ellos ven. Ellos los tratarán a ustedes, de la misma manera que ellos ven que ustedes tratan a los demás. No importa cuantas veces ustedes le digan que tienen que ser buenos, gentiles, justos, amable, educados, solidarios, tolerantes, etc., ellos solo llegarán a serlo si ven a diario que ustedes también lo son.


Si un niño vive criticado, aprende a condenar
Si un niño vive avergonzado, aprende a sentirse culpable
Si un niño vive entre hostilidades, aprende a pelar por todo
Si un niño vive apreciado, aprende a apreciar
Si un niño vive con seguridad, aprende a tener fe
Si un niño vive con equidad, aprende a ser justo
Si un niño vive animado, aprende a confiar
Si un niño vive con tolerancia, aprende a ser tolerante
Si un niño vive con aprobación, aprende a quererse
Si un niño vive con aceptación y amistad, aprende a hallar amor en el mundo



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martes, 17 de agosto de 2010

La juventud de hoy en día

1.- ''Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos''.

2.- ''Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible.''

3.- ''Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos''

4.- ''Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura''

Estas cuatro frases fueron citadas por el médico inglés Ronald Gibson durante una conferencia sobre conflictos generacionales. Con risas nerviosas, cuchicheos, y movimientos afirmativos de sus cabezas, todos los presentes asintieron en que estas citas reflejaban con bastante certeza la situación de la juventud de los actuales momentos.

Entonces el ponente informó el origen de sus citas:

1.- La primera es de Sócrates (470- 399 a. C.)

2.- La segunda es de Hesíodo (720 a. C.)

3.- La tercera es de un sacerdote del año 2000 a. C.

4.- La cuarta estaba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (Actual Bagdad) y con más de 4000 años de existencia.
Estas citas parecen invitar a los padres a estar más tranquilos ya que “siempre fue así…”, sin embargo esto no nos exime de la responsabilidad de educar a nuestros hijos con los más profundos valores humanos, éticos, morales y religiosos. Así como nosotros lo hicimos a nuestro debido tiempo, cuando nuestros hijos lleguen a la madurez cambiarán también, siempre y cuando hayamos sembrado en ellos las semillas adecuadas…

lunes, 16 de agosto de 2010

El negocio de las hamburguesas.

Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo.

El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio el lugar se llenaba solamente a la hora de almuerzo, pero como la comida era tan gustosa, se regó la voz y no pasó mucho tiempo para que tuvieran clientes a todas horas. Los fines de semana llegaban tantos los comensales que no cabía en el pequeño local, por lo que tuvieron que ampliarlo y contratar a más personal. Al cabo de unos meses las ganancias fueron suficientes para que aquel hombre pudiera comprar la propiedad en la cual se encontraba el negocio.

Aquella venta de hamburguesas le permitió mandar a su hijo a la Universidad. Estaba orgulloso y aseguraba a sus amigos que al graduarse su hijo asumiría las riendas del negocio y así prosperarían aún más. Entre tanto, siguió trabajando duro como siempre, alquiló el terreno adyacente para ampliar el estacionamiento, puso un enorme aviso luminoso sobre el local y contrató la colocación de varios carteles a lo largo de las vías adyacentes. Así los clientes se multiplicaron aún más.

Llegó el tan anhelado día en que su hijo se graduó y regresó a la casa. El padre estaba feliz, pero el hijo al ver en qué se había convertido el humilde negocio le dijo alarmado:

- Pero papá, ¿No te haz enterado de las noticias?

- ¿Qué noticias? – contesto el padre extrañado.

- Estamos atravesando una crisis financiera muy grave. La economía del país está realmente mal y muchos podrían ir a la quiebra. Lo han anunciado desde hace meses por la radio, la televisión y la prensa ¿no lo haz visto?

- No – dijo su padre cabizbajo -, no he tenido tiempo para eso, parece de debo prestar más atención a esas cosas.

El comerciante se retiró a pensar en todo lo que le dijo su hijo. Tras varios días de meditación concluyó “Yo no tengo ningún tipo de estudio ni preparación, en cambio que mi hijo estudió en la Universidad, lee el periódico, escucha la radio y ve la televisión. El sabe lo que está diciendo, por lo que voy a tener que hacer algunos cambios en el negocio”

Lo primero que hizo fue mandar a quitar los carteles en las carreteras y apagar el gran aviso luminoso para ahorrar el costo de la energía. De inmediato la afluencia de clientes empezó a bajar. Entonces dejó de alquilar el terreno adyacente que utilizaba como estacionamiento, lo que complicó mucho la llegada de sus clientes al establecimiento. También decidió cambiar a algunos proveedores por otros más económicos, aunque eso quería decir bajar la calidad de sus productos. Realizó luego otros cambios y al cabo de muy poco tiempo las ventas fueron disminuyendo dramáticamente hasta llegar a un nivel a duras penas rentable. Entonces le dijo a su hijo con un tono de tristeza:

- Tú tenías razón, verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis.

De esta historia se pueden sacar varias enseñanzas:

Debemos ser cuidadosos con los consejos y la información que nos dan otras personas. Antes de aceptarlos por buenos, debemos comprobar que la persona sabe realmente lo que dice y sobre todo que lo practique en su propia vida.
Si programamos nuestra mente para fracasar, nuestras acciones nos llevarán hacia esa vía y fracasaremos. En cambio si nos mentalizamos para ganar, a pesar de las adversidades y de las caídas, llegaremos a ganar. Fracasar o ganar no es cuestión de mala o buena suerte sino de una simple pero voluntariosa elección personal.
En todos los tiempos difíciles existen también muchas oportunidades que esperan por nosotros. No nos dejemos encandilar por los problemas para que podamos ver con acierto el mejor camino a seguir.

Si te trazaste un camino, confía en lo que estás haciendo y no dejes que otros interfieran en él. Trabaja en tus propios sueños.



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domingo, 15 de agosto de 2010

Frases (2) de @vivopositivo

Unos dicen que el tiempo es dinero, pero es mentira. El tiempo vale más. El dinero mal gastado puede recuperarse, pero el tiempo no.

Cada uno debe ser el actor principal de su existencia. Toma las riendas de la película de tu vida y no dejes que otro lo haga por ti.

Muchos quieren cambiar algo en sus vidas, pero pocos están dispuestos a hacer el esfuerzo y los sacrificios necesarios para lograrlo.

Dios siempre está a nuestro lado. No nos acordemos de Él solo cuando estamos en las malas, hagámoslo también hoy, que estamos en las buenas.

No debemos recordar el pasado para lamentarlo sino para aprender de las experiencias vividas y labrarnos un mejor futuro.

Nos preocupamos muchos por cosas sobre las cuales no tenemos poder de decisión en lugar de ocuparnos de lo que si podemos cambiar.

Difícilmente podemos alcanzar el éxito y la felicidad en nuestra vida si no desarrollamos una actitud mental positiva ante las adversidades.

sábado, 14 de agosto de 2010

¿Dios por qué a mí?

Esta es una historia verídica que tuvo como protagonista Arthur Ashe, un gran tenista afroamericano nacido en 1943, en Virginia, Estados Unidos.

Ashe se convirtió en una leyenda del tenis profesional: en 1963 fue el primer jugador afroamericano en formar parte de un equipo estadounidense de Copa Davis; en 1968 ganó el Abierto de los Estados Unidos, su primer Grand Slam, y llevó al equipo de los Estados Unidos a consagrarse campeón de Copa Davis; en 1970 obtuvo su segundo Grand Slam, al ganar el Abierto de Australia; y en 1975 ganó el título en Wimbledon.

Además de estos y otros éxitos en el tenis, Arthur Ashe fue un gran luchador contra las políticas del apartheid en Sudáfrica, debido a que en 1969 le fue denegada una visa de parte del gobierno sudafricano por ser negro.

Pero su prueba más dura todavía estaba por venir.

En 1988 se le diagnosticó sida (VIH), que contrajo por unas transfusiones de sangre a raíz de una operación de corazón abierto que se le realizó unos años antes.

Como era una importante figura pública del deporte norteamericano, recibió enormes cantidades de cartas de todos los rincones de su país. En una de las misivas uno de sus fans le dijo:

- ¿Por qué Dios tuvo que seleccionarte a ti para tan fea enfermedad?

Arthur Ashe respondió así:

- En el mundo hay 50 millones de niños que comienzan a jugar al tenis, 5 millones aprenden a jugarlo, 500.000 alcanzas un nivel profesional, 50.000 entran al circuito profesional, 5.000 logran jugar en torneos importantes, 50 llegan a Wimbledon, 4 a las semifinales y 2 a la final. Cuando yo estaba levantando la copa nunca pregunté: ¿Dios, por qué a mí? Y hoy con mi enfermedad y mi dolor tampoco preguntaré ¿Dios, por qué a mí?
¿Por qué nos acordamos de Dios sólo en los malos momentos?
¿Por qué culpamos a Dios de nuestras desgracias?


¿Por qué cuando nos va bien, el mérito es nuestro y no de Dios?


¿Por qué cuando la muerte se acerca lo vemos como un castigo de Dios?


¿Por qué las cosas malas no deberían ocurrirnos a nosotros sino a los demás?






Solo con la fe y el acercamiento a Dios encontrarás las respuestas correctas


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viernes, 13 de agosto de 2010

La Pareja Perfecta

Sentados en la plaza del pueblo, dos viejos amigos conversan mientras observan a varias parejas sentadas en el césped.

- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte? – preguntó el primero

- Lo pensé, pero nunca llegué a casarme – respondió el segundo -. Cuando era joven me decidí a buscar a la mujer perfecta.

Tras esgrimir una leve mueca, el hombre continuó diciendo:

- Cuanto fui a las costas encontré a la mujer más bella que jamás había visto, pero no conocía de las cosas materiales de la vida ni era muy espiritual. Cuando fui a lo más alto de la montaña, conocí a una mujer muy bonita y con un intenso interés por espiritual, pero no se le daba importancia a las cosas materiales o lo que ocurría en el mundo. Seguí andando y llegué a una ciudad, donde tropecé con una mujer muy linda y rica, pero no se preocupaba del aspecto espiritual. Al llegar a las praderas hallé a una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Seguí buscando y en uno de mis viajes tuve la oportunidad de cenar en la casa de una joven bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material. Era la mujer perfecta.

Se produjo un breve silencio que permitió escuchar el suspiro de aquel hombre.

- ¿Y por que no te casaste con ella? – Le preguntó el amigo

- ¡Ah, querido amigo mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.

Cuando busques a una persona con quién compartir tu vida, no busques una pareja perfecta. Si ya estás compartiendo tu vida con alguien, no busques que sea una pareja perfecta. Busca a una persona de carne y hueso, con sus sentimientos y su forma de ser particular, con sus cualidades y sus limitaciones, que sienta el mismo amor, compromiso y entrega que tú estás dispuesto a dar, aunque no sea perfecta.

En lugar de esperar a que tu pareja sea la persona ideal, pregúntate primero si tú eres la persona ideal para ella. Esto tal vez te ayude a comprender que el amor no es cuestión de perfección, sino de un diario, amoroso y sincero compartir…

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jueves, 12 de agosto de 2010

El camello amarrado

Bajo la calurosa luz del sol, una caravana atravesaba las arenas del desierto. Poco antes del atardecer se detuvieron para preparar el campamento donde iban a pernoctar. Un joven al que habían contratado para que se ocupara de los camellos se le acercó al jefe del grupo diciéndole:

- Tengo un problema, son 18 camellos y solo tengo 17 cuerdas para amarrarlos.

- Eso no es ningún problema – le dijo el jefe –, los camellos no son muy inteligente. Amarra los primeros 17 y luego te acercas al último y simulas amarrarlo a él también. Como habrá visto que todos sus compañeros fueron amarrados y habrá sentido que te acercaste a hacerle lo mismo, se quedará quieto toda la noche pensando que él también está atado.

El joven fue a hacer lo que le dijo el jefe sin protestar pero sin creer nada de lo que había escuchado. Al terminar se percató de que el último camello se quedó tranquilo junto a sus compañeros.

Al amanecer el joven vio con alivio que el camello permanecía allí donde lo había dejado. Entonces liberó a los otros 17 camellos ya que pronto debían partir. Cuando la caravana se puso en camino, el joven corrió hacia su jefe diciendo:

- Espere, espere, hay un camello que no nos sigue.

- ¿Es el mismo camello al que simulaste amarrar anoche? – contestó el jefe con una media sonrisa en los labios.

- Si ¿Cómo lo sabe?

- Seguro que esta mañana se te olvidó soltarlo

- Pero no tiene amarras

- Lo sé – contestó pacientemente el jefe –, pero el camello todavía piensa que está amarrado. Corre, simula soltarlo y verás que se pondrá en camino.

Lo mismo nos pasa a nosotros muchas veces. Nuestros prejuicios y paradigmas mentales nos colocan una atadura inexistente que no nos permite avanzar en nuestra vida, que nos amarra a creencias sin sentido y nos impide emprender la construcción de nuestros sueños y metas.


miércoles, 11 de agosto de 2010

El niño héroe

Durante un frío invierno, dos niños patinaban en la superficie de un pequeño río congelado. En su ir y venir, se acercaron a un sitio donde el hielo era más delgado. De pronto la superficie se rompió a los pies de uno de ellos y en menos de un segundo el niño cayó al agua helada sumergiéndose de inmediato. La corriente lo alejó del hueco por donde había caído, hasta que se detuvo gracias a un gran peñasco que se encontraba en el lecho del río. Afortunadamente en ese lugar se había producido una gran burbuja de aire entre el agua y el hielo gracias a la turbulencia.

Su amigo, que vio todo horrorizado, lo siguió con la mirada y al ver que se había detenido unos metros más adelante, corrió a la orilla, tomó una pequeña piedra, regresó y rápidamente empezó a golpear la dura superficie con todas sus fuerzas. Pasaron solo unos 30 segundos que parecieron una eternidad, pero finalmente logró abrir un pequeño boquete que le permitió a su amigo sujetarse y tomar frescas bocanadas de aire.

Entre tanto varias personas que habían observado lo ocurrido a lo lejos, llegaron corriendo y ayudaron al niño a salir del agua. Inmediatamente después hicieron acto de presencia los bomberos y una ambulancia se lo llevó al hospital.

Una vez más calmada la situación, el jefe de los bomberos analizó la situación comentando en voz alta:

- Es imposible que con esa pequeña piedra una persona, y mucho menos si es niño, pueda romper ese hielo tan duro. No entiendo cómo lo hizo. Es imposible.

Tras lo cual un anciano que estaba presente le contestó

- ¡Yo si sé cómo lo hizo! – y cuando todos se voltearon a verlo prosiguió - Lo pudo hacer porque nadie estuvo aquí para decirle que era imposible.
¿Cuántas veces le decimos a los demás que algo es imposible por el simple hecho de que nosotros no somos capaces de hacerlo o no sabemos cómo hacerlo?
Y lo que es peor, ¿cuántas veces le hacemos caso a los que nos dicen que algo es imposible y bajamos nuestros brazos sin ni siquiera intentarlo?

martes, 10 de agosto de 2010

El dinero nos puede cambiar.

En cierta ocasión un joven pobre pero emprendedor fue a visitar a un viejo sabio, con quién inició una larga conversación. El joven le contó de sus sueños, sus deseos de superación y cómo pensaba volverse rico en unos pocos años. Lo tenía todo bien planeado: las metas que debía alcanzar, los caminos que debía seguir, el esfuerzo continuo que debía realizar. Es más, desde hacía ya un tiempo el joven se había puesto a trabajar con ahínco y ya tenía andado una parte del camino que se había trazado. El sabio observaba que en el joven confluían un enérgico entusiasmo, una consistente perseverancia y una claridad de ideas que sin lugar a dudas lo llevaría al éxito en su cometido.

Luego de tanto hablar, el joven le dijo al viejo:

- Se que cuando sea rico, cuando tenga dinero, joyas, oro y plata, mi vida va a cambiar. ¿Tendrá algún consejo para cuando llegue ese momento?

Con calma y dulzura el viejo se levantó de su asiento, tomó al joven de la mano y lo acercó a la ventana.

- Mira – le dijo -¿Qué ves?.

- Veo gente – respondió el joven

Entonces el sabio giró y lo llevó ante un espejo que se encontraba en una esquina de la sala, se apartó ligeramente y le preguntó:

- ¿Y ahora qué ves?

- Ahora me veo yo, me veo a mí mismo – dijo el joven con tono muy seguro.

- ¿Entiendes? – preguntó el sabio – En la ventana hay vidrio y en el espejo hay vidrio. Pero el vidrio del espejo tiene un poco de plata. Y cuando hay un poco de plata uno deja de ver gente y comienza a verse solo a sí mismo.
El dinero no es malo de por sí. Es necesario y bueno tener dinero. El problema es cuando toda nuestra existencia gira en torno al dinero, entonces sin darnos cuenta nos podemos volver sus esclavos.


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lunes, 9 de agosto de 2010

Personas buenas o personas malas

Respondiendo a una solicitud de empleo aparecida en la prensa local, un joven llegó al enorme edificio y le preguntó a la recepcionista:

- ¿Cómo son las personas que trabajan aquí?

- ¿Cómo eran las personas en su trabajo anterior? – preguntó la recepcionista antes de contestar.

- Pues el ambiente era realmente pésimo. Los jefes eran mal encarados y abusaban de nosotros, nos mandaban a hacer las cosas y ni nos daban las gracias. Mis compañeros eran desconsiderados y las rivalidades surgían por doquier. Uno no contaba con la ayuda de nadie ya que no existía compañerismo alguno. Era difícil tener amigos en ese lugar. No me gustaba, por eso me fui.

- ¿Y dónde trabajaba Usted?

- En Electrónica C.A.

- Pues aquí las personas son exactamente iguales a las que usted me acaba de describir.

El joven sin pensarlo mucho, dio media vuelta y salió del edificio. Poco después entró otra persona que también le preguntó a la recepcionista con una sonrisa en los labios:

- Por favor señorita, podría usted decirme ¿Cómo son las personas que trabajan aquí?

- ¿Cómo eran las personas en su trabajo anterior? – volvió a repreguntar la recepcionista.

- Le diré que eran maravillosas: los supervisores nos motivaban constantemente a hacer las cosas de la mejor manera, nos apoyaban, nos guiaban y siempre se mostraban agradecidas por los logros obtenidos. El trato era siempre muy cordial. Mis compañeros se convirtieron en verdaderos amigos, en quienes podía apoyarme y confiar con los ojos cerrados. Trabajábamos como un verdadero equipo donde no existían rivalidades. No quería dejar el trabajo, la empresa se está mudando de estado y yo no puedo irme, por lo que estoy buscando un nuevo empleo.

- ¿Y dónde trabajaba Usted?

- En Electrónica C.A.

- Pues aquí las personas son exactamente iguales a las que usted me acaba de describir - contestó finalmente la recepcionista con una bella sonrisa en el rostro.

Trabajaban en el mismo lugar, entonces ¿Cuál de los dos tiene la razón? ¿Cuál de los dos dice la verdad? Pues con toda seguridad ambos tienen la razón y ambos dicen la verdad. Las personas que nos rodean no son tajantemente buenas o malas. Cada una tiene sus virtudes y sus defectos. El problema es cómo las queremos percibimos: si buscamos y destacamos sus aspectos negativos, las personas reaccionarán a la defensiva, por lo que instintivamente la relación se tornará áspera y desagradable. En cambio si buscamos siempre el lado positivo de las personas, con toda seguridad ellas nos entregarán lo mejor de sí.

Recuerda, no es un problema, es una decisión:
Si sonríes, te devolverán sonrisas.
Si gruñes, recibirás gruñidos.

domingo, 8 de agosto de 2010

Frases (1) de @vivopositivo

Soy amante de la vida. Me encanta ver cosas positivas en todo. Asumo ser feliz y enfrentar con ánimo y alegría los problemas y tropiezos que la vida me regala.


Vivir con optimismo es una decisión diaria. Hoy, al igual que cada mañana, reafirmé que seré feliz sin importar lo que pase.

Hace falta valentía para empezar un gran proyecto y perseverancia para terminarlo. Trabaja esos dos valores para que hagas cosas importantes.

Hoy acuérdate de darle gracias a Dios por la vida, por el bello amanecer, por la alegría y la oportunidad de ver todo con mucho optimismo.

El camino para alcanzar un gran éxito se forja con la acumulación de los pequeños esfuerzos que realizamos día a día.

Hay quienes piensan que les irá mal y quienes piensan que les irá bien. Lo increíble es que ambos tendrán la razón. ¿A que grupo perteneces?

Muchos piensan que el éxito tiene que ver con todo lo que tenemos, pero se equivocan, el éxito tiene que ver con la persona que somos.


Comparto con ustedes algunas de las frases que escribí en mi twitter: http://twitter.com/vivopositivo

sábado, 7 de agosto de 2010

La libertad de los monjes

En una antigua abadía europea donde hacen vida de clausura un desconocido número de monjes, un feligrés se acercó al abad y diciéndole.

- He observado que en la iglesia todos los monjes se sientan a la derecha, detrás de unas gruesas rejas metálicas.

- Así es – contestó el abad

- Eso me parece inútil y hasta falso

- ¿Por qué, señor?

- ¿Acaso ustedes no hacen votos de castidad?

- Por supuesto que sí.

- Pues si hacen este voto, ¿de qué sirven las rejas? y si ponen las rejas, ¿de qué sirve el voto?

Con calma y serenidad el abad contestó:

- Mi estimado señor, estas rejas no son para prohibir salir a los monjes del lugar, son para que el público no entre a profanar el silencio de este recinto con su curiosidad morbosa.

Luego tomó el cordón que colgaba de su cintura y le dijo:

- Mire, cada uno de nosotros tiene al final de su cordón una llave que abre una pequeña puerta que está al final del jardín. Ella conduce al mundo exterior. Nadie nos obligó a entrar al claustro, nadie nos obliga a permanecer en él y si queremos salir podemos hacerlo cuando nos plazca. En eso consiste la verdadera libertad, en tener la posibilidad de elegir.

El silencio fue elocuente, entonces el abad agregó:

- Muchos de los que están afuera solo ven nuestras rejas y creen que nosotros somos los prisioneros mientras ellos gozan de libertad. Sin embargo no se dan cuenta que ellos son los prisioneros de sus prejuicios, de sus rutinas, del trabajo que no les gusta, de las limitaciones que ellos mismos se han impuesto, del ¿qué dirán?, y de tantas otras cosas. Ellos están tan preocupados por ver las rejas de los demás que han olvidado que ellos también tienen una llave que abre a placer el camino de salida, el camino del cambio. Esta llave abre las puertas de la reflexión, de la autosuperación, de la motivación, del optimismo, de la perseverancia, del valor, del ánimo, del amor y de tantos otros valores que están dormidos dentro de nosotros mismos a la espera de ser llamados.

viernes, 6 de agosto de 2010

No son fracasos, es el camino al éxito

Cuando Thomas Alva Edison trabajaba en uno de sus inventos, tuvo muchos problemas con una pieza en particular. Hizo cerca de doscientas de estas piezas, pero una tras otra falló y sus colaboradores empezaron a desanimarse por todos los fracasos consecutivos. Sin entender mucho lo que pasaba, el más joven de sus ayudantes le preguntó:

- ¿Qué está haciendo ahora?

- Trato de encontrar un nuevo tipo de acumulador – respondió Edison -, ya he experimentado con unos doscientos prototipos.

- Pero ha fracasado una y otra vez – dijo el joven.

- No – replicó tajantemente Edison –, no he fracasado ni una sola vez.

- Pero nunca han funcionado, esos no son buenos resultados.

- Mis resultados han sido extraordinarios. Ya sé que hay doscientas fórmulas que no me sirven para nada.

Con optimismo y perseverancia, Edison siguió trabajando y poco tiempo después, en 1877, presentó su nuevo invento, el fonógrafo, el primer aparato capaz de grabar y reproducir sonidos.
Frente a un experimento, un trabajo, un proyecto y hasta la vida misma, un resultado negativo no es un fracaso a menos que uno desista de seguir intentándolo. Todo tropiezo, toda caída, es en realidad un aprendizaje que si se afronta con optimismo y perseverancia, nos traerán extraordinarias enseñanzas sobre las cuales podremos forjar el camino hacia el éxito.

jueves, 5 de agosto de 2010

Siempre criticando…

Un abuelo, una mujer y un niño salen de un pueblo hacia otro. El abuelo va sobre una mula y los otros caminan.

Al pasar por un caserío, la gente comenta que el abuelo es bien desconsiderado y poco caballeroso, que debería cederle su puesto a la mujer. Ellos oyen el comentario, entonces el abuelo baja de la mula y le cede el puesto a la mujer. Siguen su camino.

Al pasar por otro caserío, la gente comenta lo desconsiderada que es esa mujer que esta cómodamente sentada mientras ese pobre niño camina con la lengua afuera bajo el sol inclemente. Oyen nuevamente el comentario, entonces la mujer se baja y sube al niño sobre la mula mientras siguen el camino.

Cuando pasan por otro caserío, la gente critica el hecho que el niño va sentado en la mula mientras el pobre abuelo pasa tanto trabajo. Frente a tanta crítica contradictoria, entonces deciden subirse los tres juntos en la mula.

Pasan felices por otro caserío y entonces los habitantes se quejan porque tanto peso es demasiado para la pobre mula. Cabizbajos los tres se bajan de la mula y se ponen a caminar.

Cuando finalmente llegan a su destino, la gente en la plaza se burla de ellos: “que idiotas, venirse caminando en lugar subirse en la mula”.

Lamentablemente en nuestra sociedad estamos acostumbrados a criticarlo todo, sin analizar, sin tratar de ver las cosas desde otra perspectiva, sin percatarnos de que en todas las situaciones existen cosas positivas. Muchas veces caemos en constantes contradicciones, como ocurre en esta historia. Las críticas que les hacemos a los demás nos convierten en victimarios ya que la mayoría de las veces, bajo la excusa de que se trata de una “crítica constructiva”, en realidad lastimamos a la otra persona.
También somos víctimas de las críticas que nos hacen los demás, pero esto sólo ocurre cuando les hacemos caso, como en esta historia. En lugar de prestarle atención a las críticas insensatas, debemos tomar nuestras decisiones con criterio propio y actuar en consecuencia con voluntad y firmeza.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Quiero ser un televisor

En la oscuridad de su habitación un niño junta sus manos, cierra los ojos y eleva su plegaria a Dios:

“Querido Jesús, yo quisiera que mañana temprano me conviertas en una televisión. Debe ser fantástico.

En la casa hay rincón especial para la televisión. Es el único sitio donde nos reunimos todos en familia, aunque no conversamos ni nos miramos mutuamente. Allí a la única que se le permite hablar es a la televisión y todos, papá, mamá y mis hermanos, no dejan de observarla ni un solo instante. Que suerte tiene la televisión.

Cuando llego del colegio mi mamá está preparando el almuerzo. Yo quiero contarle todo lo que ha pasado durante la mañana, pero ella me dice que en ese momento no puede prestarme atención. Yo comprendo, mientras ella cocina, observa cuidadosamente a dos personas hablando por la televisión y si yo la interrumpo se le puede quemar la comida. A veces siento celos de la televisión.

Cuando papá llega a la casa dice que está cansado, que no lo molesten y se instala frente al televisor. Si yo me acerco a contarle algo se pone de mal humor, me manda a callar y no me hace caso. En cambio la televisión puede decirle cualquier cosa y el sigue prestando atención sin interrumpirla, sin ponerse bravo. En ocasiones hasta come frente al televisor para no perderse nada de lo que ella dice. La televisión debe sentirse muy bien.

Cuando yo estoy fastidiado y quiero jugar con mis hermanos, ellos me dicen que no los interrumpa con niñerías, que están viendo televisión y que si quiero estar allí debe ser en silencio y sin molestar. La televisión debe divertirse mucho con mis hermanos.

Debe ser maravilloso sentirse el centro de atención de toda la familia, así que, querido Jesús, mañana en la mañana yo quiero ser un televisor.”

¿Cuántas veces no le hemos dedicado el tiempo que nuestros padres, nuestros hermanos, nuestro cónyuge y nuestros hijos se merecen, todo por ver televisión, jugar con consolas de videos, navegar por Internet, hablar por teléfono o estar pendientes de los mensajes de texto? En teoría queremos más a nuestros seres queridos, pero en la práctica muchas veces dedicamos más tiempo, espíritu y energía a las cosas en lugar de a las personas. ¿Cuáles son realmente nuestras prioridades?

martes, 3 de agosto de 2010

La vida y la taza de café

En una convención de ingenieros se reencontraron siete antiguos compañeros de una de las más prestigiosas universidades del país. Aunque cada uno se había graduado en una especialidad diferente, les unían el haber sido excelentes estudiantes y el haber desarrollado una prestigiosa carrera profesional que les permitía gozar de beneficios y lujos superiores al común de las personas. Durante la conversación recordaron repentinamente al profesor que les había dado a todos la bienvenida a la universidad. Era un extraordinario hombre que con sus enseñanzas marcaba la vida de cada uno de los alumnos que pasaba por su aula. Uno de ellos informó que, aunque se había jubilado, seguía dando clases. Como vivía cerca del lugar, decidieron llamarlo para ir a visitarlo al final de la tarde. Todos pensaron que era una buena oportunidad para mostrarle al profesor en qué se había convertido.

Unas horas después, los siete profesorales entraban por el pasillo que conducía a la amplia pero acogedora sala de estar. El viejo profesor estaba radiante de verlos y empezó a preguntarles como eran sus vidas. Rápidamente la conversación empezó a girar en torno a sus trabajos, las rabietas, las horas extras y fines de semana perdidos en la oficina, los continuos problemas, los jefes insufribles, los empleados ineptos, y toda la variedad de dolencias que había sufrido debido al estrés excesivo. Aunque las situaciones vividas no eran las mejores, todos coincidían en que tales sacrificios eran necesarios para alcanzar y mantener su nivel de vida, así como todas las comodidades que habían alcanzado. Entonces empezaron a hablar de grandes casas y quintas, de carros lujosos, viajes, negocios, fincas, joyas, fiestas, etc.

Haciendo una pausa, y con su acostumbrada humildad, el viejo profesor se levantó para ofrecerles un café. Entró a la cocina y salió con una jarra repleta del preciado líquido recién colado y ocho tazas. Lo curioso fue que no trajo dos tazas iguales. Se diferenciaban por sus colores, por sus formas y por sus acabados que abarcaban desde la más fina pintada a mano y otra con reborde dorado, hasta las más sencillas, rústicas y baratas. También variaban sus materiales: porcelana, cerámica, cristal, barro, peltre, plástico, vidrio y hasta un vasito desechable.

Una vez que la bandeja estuvo en el centro de la mesa, todos se apresuraron para servirse de café, mientras el profesor observaba pacientemente. Como era de esperarse, los primeros tomaron rápidamente las tazas más bellas y refinadas, mientras que los últimos tuvieron que conformarse con las que quedaban. Entonces, el profesor tomó la palabra y les dijo:
- Si observaron bien, las primeras tazas en acabarse fueron las más lindas, las más finas, y aquellos que se sirvieron al final tuvieron que conformarse, sin mucho agrado, con las más humildes. A mí me dejaron el vasito desechable. Esto es normal, cada quién quiere lo mejor para sí mismo. Pues bien, todos se preocuparon por el envase, pero realmente no importa el color, lo lujoso o el material del cual están hechas las tazas, el café que todos se sirvieron es exactamente el mismo, y tendrá en sus bocas el mismo sabor sin importar el recipiente. Todos querían café, pero se dejaron distraer por las características de las tazas y pocos se ocuparon de disfrutar realmente lo que estaba dentro de ellas. Esto es lo que pasa muchas veces en nuestras vidas.
Y ante el silencio reinante prosiguió:
- Imaginen ahora que el café es la vida y que las tazas son las cosas que nos rodean. Casi siempre nos preocupamos por las tazas, es decir por tener la mejor casa, el trabajo más lucrativo, el carro más lujoso, el club de mayor estatus social, la ropa que está de moda, la computadora y el celular último modelo, etc. Y como todo eso nos absorbe tanto tiempo y esfuerzo, nos olvidamos de disfrutar del café, es decir de disfrutar la vida misma. Así dejamos de pasar tiempo con nuestra familia, de divertirnos con nuestros hijos, de compenetrarnos cada día más con nuestra pareja, de crecer emocional y espiritualmente como persona, de deleitarnos con un amanecer o un atardecer, de regocijarnos por todos los detalles que nos ofrece a diario la naturaleza. Los días transcurren y nos preocupamos más por tener cosas que mostrar y almacenar en lugar de dedicarnos a vivir cada instante a plenitud. En definitiva, por concentrarnos sólo en la taza dejamos de disfrutar el café.