Al pasar por un caserío, la gente comenta que el abuelo es bien desconsiderado y poco caballeroso, que debería cederle su puesto a la mujer. Ellos oyen el comentario, entonces el abuelo baja de la mula y le cede el puesto a la mujer. Siguen su camino.
Al pasar por otro caserío, la gente comenta lo desconsiderada que es esa mujer que esta cómodamente sentada mientras ese pobre niño camina con la lengua afuera bajo el sol inclemente. Oyen nuevamente el comentario, entonces la mujer se baja y sube al niño sobre la mula mientras siguen el camino.
Cuando pasan por otro caserío, la gente critica el hecho que el niño va sentado en la mula mientras el pobre abuelo pasa tanto trabajo. Frente a tanta crítica contradictoria, entonces deciden subirse los tres juntos en la mula.
Pasan felices por otro caserío y entonces los habitantes se quejan porque tanto peso es demasiado para la pobre mula. Cabizbajos los tres se bajan de la mula y se ponen a caminar.
Cuando finalmente llegan a su destino, la gente en la plaza se burla de ellos: “que idiotas, venirse caminando en lugar subirse en la mula”.
Lamentablemente en nuestra sociedad estamos acostumbrados a criticarlo todo, sin analizar, sin tratar de ver las cosas desde otra perspectiva, sin percatarnos de que en todas las situaciones existen cosas positivas. Muchas veces caemos en constantes contradicciones, como ocurre en esta historia. Las críticas que les hacemos a los demás nos convierten en victimarios ya que la mayoría de las veces, bajo la excusa de que se trata de una “crítica constructiva”, en realidad lastimamos a la otra persona.
También somos víctimas de las críticas que nos hacen los demás, pero esto sólo ocurre cuando les hacemos caso, como en esta historia. En lugar de prestarle atención a las críticas insensatas, debemos tomar nuestras decisiones con criterio propio y actuar en consecuencia con voluntad y firmeza.
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