lunes, 16 de agosto de 2010

El negocio de las hamburguesas.

Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo.

El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio el lugar se llenaba solamente a la hora de almuerzo, pero como la comida era tan gustosa, se regó la voz y no pasó mucho tiempo para que tuvieran clientes a todas horas. Los fines de semana llegaban tantos los comensales que no cabía en el pequeño local, por lo que tuvieron que ampliarlo y contratar a más personal. Al cabo de unos meses las ganancias fueron suficientes para que aquel hombre pudiera comprar la propiedad en la cual se encontraba el negocio.

Aquella venta de hamburguesas le permitió mandar a su hijo a la Universidad. Estaba orgulloso y aseguraba a sus amigos que al graduarse su hijo asumiría las riendas del negocio y así prosperarían aún más. Entre tanto, siguió trabajando duro como siempre, alquiló el terreno adyacente para ampliar el estacionamiento, puso un enorme aviso luminoso sobre el local y contrató la colocación de varios carteles a lo largo de las vías adyacentes. Así los clientes se multiplicaron aún más.

Llegó el tan anhelado día en que su hijo se graduó y regresó a la casa. El padre estaba feliz, pero el hijo al ver en qué se había convertido el humilde negocio le dijo alarmado:

- Pero papá, ¿No te haz enterado de las noticias?

- ¿Qué noticias? – contesto el padre extrañado.

- Estamos atravesando una crisis financiera muy grave. La economía del país está realmente mal y muchos podrían ir a la quiebra. Lo han anunciado desde hace meses por la radio, la televisión y la prensa ¿no lo haz visto?

- No – dijo su padre cabizbajo -, no he tenido tiempo para eso, parece de debo prestar más atención a esas cosas.

El comerciante se retiró a pensar en todo lo que le dijo su hijo. Tras varios días de meditación concluyó “Yo no tengo ningún tipo de estudio ni preparación, en cambio que mi hijo estudió en la Universidad, lee el periódico, escucha la radio y ve la televisión. El sabe lo que está diciendo, por lo que voy a tener que hacer algunos cambios en el negocio”

Lo primero que hizo fue mandar a quitar los carteles en las carreteras y apagar el gran aviso luminoso para ahorrar el costo de la energía. De inmediato la afluencia de clientes empezó a bajar. Entonces dejó de alquilar el terreno adyacente que utilizaba como estacionamiento, lo que complicó mucho la llegada de sus clientes al establecimiento. También decidió cambiar a algunos proveedores por otros más económicos, aunque eso quería decir bajar la calidad de sus productos. Realizó luego otros cambios y al cabo de muy poco tiempo las ventas fueron disminuyendo dramáticamente hasta llegar a un nivel a duras penas rentable. Entonces le dijo a su hijo con un tono de tristeza:

- Tú tenías razón, verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis.

De esta historia se pueden sacar varias enseñanzas:

Debemos ser cuidadosos con los consejos y la información que nos dan otras personas. Antes de aceptarlos por buenos, debemos comprobar que la persona sabe realmente lo que dice y sobre todo que lo practique en su propia vida.
Si programamos nuestra mente para fracasar, nuestras acciones nos llevarán hacia esa vía y fracasaremos. En cambio si nos mentalizamos para ganar, a pesar de las adversidades y de las caídas, llegaremos a ganar. Fracasar o ganar no es cuestión de mala o buena suerte sino de una simple pero voluntariosa elección personal.
En todos los tiempos difíciles existen también muchas oportunidades que esperan por nosotros. No nos dejemos encandilar por los problemas para que podamos ver con acierto el mejor camino a seguir.

Si te trazaste un camino, confía en lo que estás haciendo y no dejes que otros interfieran en él. Trabaja en tus propios sueños.



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2 comentarios:

  1. !!!!!!!!! Me encanto. como bien dices, se pueden sacar muchas enseñanzas, pero yo me reservo una para mi´. No dejes de disfrutar , tanto trabajo a veces no deja gozar de lo que tenemos alrededor. me sirvió tu cuento y te felicito.
    Lucy

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  2. gracias por compartir esta historia, me gustó mucho, yo tengo pensado hacer lo mismo, por lo que rápidamente me llamó la atención el título de este link. Espero que me vaya bien, yo siempre desconfío de todo, si uno hiciera caso a todo lo que escucha sería ingenuo. Gracias.

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